Terapia regresiva: Qué se experimenta

Durante la regresión el paciente visualiza diversidad de imágenes y pensamientos, algunos conscientes y otros insconscientes, regresa gradualmente hasta la base de su problema, vivenciando su pasado aquí y ahora, y aunque muchos escenarios y situaciones no son verificables, la experiencia emocional que se siente es real.

La práctica demuestra que si bien en una regresión se puede empezar imaginando una historia, pronto las imágenes, sensaciones, situaciones o pensamientos brotan espontáneamente, escapando al control de la persona e independientemente de lo que ésta piense o crea. En muchas ocasiones, los acontecimientos surgidos durante la regresión no tienen nada que ver con lo que se pensaba antes de la sesión.

Los traumas se suelen encontrar principalmente en la  infancia, en la gestación o en el nacimiento. También hay pacientes que retroceden a lo que se podría considerar una supuesta vida anterior. El no poder demostrar la veracidad o falsedad de este hecho no debe hacernos excluir la experiencia:  si realmente fuera una metáfora o una fantasía, lo importante es que para el inconsciente esta fantasía es real y está afectando de algún modo a su vida; es el conocimiento subjetivo de su verdad, y ahí reside su valor terapéutico, por lo que el discernimiento alcanzado se produce independientemente de si uno cree o no en la reencarnación o en otras vidas.

En la terapia de regresiones siempre anclamos y relacionamos lo vivido en el pasado con el momento actual. Reconocerlo, vivenciarlo, identificar su origen, descifrar los patrones que se repiten en la vida cotidiana, es el paso fundamental para lograr la calma vital.

Nuestra forma de enfocar los problemas cambia, al verlos como una posibilidad extraordinaria de crecimiento y evolución personal. El dolor, la tristeza, la angustia, son mensajeros que indican que hay daños que rompen nuestra armonía, por lo que en vez de huir de ellos, enterrarlos, hay que escucharlos, afrontarlos y rectificarlos. Y en la mayoría de los casos, se acaba perdonando (a los demás y a uno mismo), pues queda patente que todo lo acontecido es una oportunidad para aprender y para evolucionar.

El progresivo procesamiento de los traumas, la toma de conciencia, la liberación emocional, la aceptación, el aprendizaje, y el perdón, aceleran nuestro proceso de sanación y equilibrio.

Cuando no dejamos que el pasado nos lastre, cuando los traumas no condicionan nuestra vida, cuando levantamos las defensas y barreras, podemos vivir el presente, aquí y ahora, tal cual es, y ser lo que somos en esencia.