La importancia de la reconstrucción en la Terapia Regresiva

La reconstrucción en la Terapia Regresiva consiste en reguionizar y cambiar la experiencia traumática vivida empleando la imaginación. A través de imágenes positivas se transforma el contenido de los recuerdos aversivos, otorgándoles un carácter más benigno, y se modifican las creencias y esquemas cognitivos negativos.

Una vez que la persona se ha expuesto durante la terapia al incidente original, se vuelve a él corrigiendo, cambiando y reestructurando la experiencia, interviniendo en ella con la estrategia de afrontamiento más positiva y eficaz (tanto desde la perspectiva del adulto como la del niño, si es que fue en la niñez cuando se produjo el trauma).

Como expresa Luis Antonio Martínez Pérez (2009), nuestro cerebro no hace distinción entre una imagen real y otra creada, la única diferencia es de dónde nos llega la información, desde el exterior en el primer caso y desde nuestro interior en el segundo, pero la respuesta bioquímica cerebral en ambas es idéntica, produciéndose en los dos casos cambios emocionales y fisiológicos. La reconstrucción posibilita así que se experimenten estos cambios neurofisiológicos.

La recreación de la situación traumática vivida facilita la reparación emocional, la corrección de elementos catastrofistas, la asunción de nuevos modelos de comportamiento y pensamiento, y la observación de los acontecimientos desde otra perspectiva. El “yo superviviente” puede volver en el tiempo para ayudar al “yo traumatizado” (González Ordi y Capilla Ramírez, 2021).

En esta misma línea, Anderson, Sweezy y Schwartz señalan (2019) que la sanación del trauma comienza en la mente cuando accedemos a la imaginación, un poderoso agente de la neuroplasticidad cerebral, y “continúa a medida que convertimos memoria implícita en explícita, para que el cerebro pueda integrar las redes neuronales desreguladas”.