Ondas Theta: ¿Por qué son las preferidas de la terapia regresiva?

En los adultos, la frecuencia cerebral más frecuente es la delta (propia del estado de vigilia). Sin embargo, las ondas theta predominan en los niños hasta los 12-14 años. Es a partir de ese momento cuando en el encefalograma (que mide la actividad eléctrica cerebral) el porcentaje de ondas theta va disminuyendo, mientras  aumenta el de beta.

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Los ritmos cerebrales theta, de frecuencia lenta (se sitúan entre los 4 y los 7,5 hertzios), se asocian a estados de alta creatividad, receptividad, concentración y enorme emotividad. Posibilitan un estado de conciencia abierta; se reviven acontecimientos de la infancia, incluso perinatales, y afloran los recuerdos de emociones o traumas rechazados u olvidados. Constituyen una auténtica puerta hacia nuestro inconsciente, siendo la llave que permite el acceso al blindado hemisferio cerebral derecho.

A través de una relajación profunda (o un estado de hipnosis ligera) podemos lentificar nuestros ritmos cerebrales, hasta alcanzar el buscado patrón theta en la terapia, permitiendo así que el adulto adquiera una disposición mental más libre, más infantil y altamente intuitiva.

Quiero destacar un estudio clínico de la revista Nature (abril de 2010), que evidenció la asociación entre la sincronización theta y las neuronas relacionadas con la memoria: memoria, recuerdo y reconocimiento se potenciaban cuando en el aprendizaje
las neuronas eran activadas a la vez que las ondas theta.

«Nuestra investigación demuestra que cuando las neuronas relacionadas con la memoria están bien coordinadas con las ondas theta durante el proceso de aprendizaje, los recuerdos son más fuertes», expresó Adam Mamelak, neurocirujano del Centro Médico Cedars-Sinai, en Los Ángeles. «Este estudio establece una relación directa entre los acontecimientos en el circuito del cerebro (…) y sus efectos en la conducta humana», dijo asimismo Ueli Rutishauser, del Instituto de Tecnología de California, quien también participó en el trabajo.