Terapia Regresiva y EMDR: Un ejemplo práctico de integración

Presento a continuación un caso en el que se constata la sinergia entre la Terapia Regresiva y el EMDR. Ana, de 31 años, llegó a la consulta contando que llevaba prácticamente toda su vida sufriendo fuertes crisis de ansiedad. No recordaba el momento exacto en el que empezaron ni se imaginaba cuál podía ser su causa. Sí se había dado cuenta que estaban ligadas a situaciones en las que sentía que tenía más exigencias (familiares o laborables) de las que se veía capaz de afrontar. Como ella decía: “lo quiero hacer todo tan bien, tan perfecto, que la mera sospecha de no poder cumplir las expectativas de los demás y las mías propias me genera mucho estrés”.

Terapia regresiva y EMDR: integración

En un par de ocasiones, recientemente, la ansiedad había desembocado en un ataque de pánico, experimentando taquicardia, ahogo, náuseas, mareo y un fuerte dolor de estómago, lo que ya la impulsó a buscar ayuda.

A través de la Terapia Regresiva fue recordando algunos de los momentos que habían provocado las peores crisis de ansiedad que había experimentado en su vida, y cuando sondeamos en el origen de esos síntomas recordó un hecho que, según ella, tenía prácticamente olvidado:

Cuando tenía cinco años Ana había ido con su familia un domingo del mes de mayo a pasar el día en la playa. Mientras sus padres y tíos montaban “el chiringuito” ella siguió a uno de sus primos mayores al agua. Se sumergió detrás de él sin que nadie se percatara de la situación hasta que el agua le cubrió la cabeza. Aún no sabía nadar y estuvo a punto de ahogarse. Su madre finalmente la vio y acudió a su rescate “tirándome de los pelos que aun asomaban”.

De ese episodio solo recordaba: una bronca terrible de sus padres por haber ido al mar sin permiso y una sensación enorme de culpabilidad por pensar que les había arruinado el domingo: ella y su madre se habían metido al agua vestidas, hacía frío aún, y tuvieron que volver a casa, pues la ropa no se secaba. Y ahora se daba cuenta de que realmente había experimentado mucho miedo, no podía respirar, creía que se iba a morir. Y además pensaba que no era la única culpable, ella era pequeña y sus padres tenían que haberla vigilado mejor.

Obviamente, este episodio estaba olvidado (aunque fuera parcialmente) solo de forma consciente, pues en el inconsciente estaba actuando como un auténtico trauma no resuelto. Para ella fue revelador recordar este suceso y cambió radicalmente la percepción que había tenido del mismo hasta entonces.

Con EMDR procesamos el recuerdo para terminar de “digerirlo” (que pasara de la parte emocional de su cerebro a la racional -del hemisferio derecho al izquierdo-). Procesamos, asimismo, otro momento del pasado en el que había sufrido una crisis de ansiedad muy fuerte y los dos ataques de pánico recientes que había padecido. Éstos ya no se volvieron a presentar.